“Que bonito que hagas eso; Ay que bueno que los ayudas; !Ay pobrecitos¡; Órale, eso es bien lindo; Ay si alguien debe ayudarlos”…
Estas y muchas otras expresiones similares escucho con más frecuencia de la que quisiera y esperaría cuando platico sobre mi trabajo; sin bien son expresadas desde una visión de buena voluntad, incluso con cierto grado de empatía y comprensión, también están envueltas de un gran desconocimiento y enmarcadas en un paradigma social que se viene arrastrando desde hace ya décadas, que si bien, ha ido evolucionando favorablemente con el paso del tiempo y los avances científicos en diversas ramas, aún está lejos de, eufemísticamente diremos, ser por apropiado y más aún de interiorizarse en el seno de una sociedad con enorme rezagos y enormes brechas y que si algo caracteriza en muchos de sus estratos es no aceptar aquello que sale de sus cánones y que se desvía de sus esquemas, a saber, que no acepta lo que es diferente; ahora bien, bajo esta perspectiva se percibe a las personas con discapacidad como seres, pasivos, inactivos, ausentes, como meros receptores que deben ser cuidados y atendidos y por tanto prácticamente incapaces y carentes de potencial para ofrecer en retribución algo a la sociedad y a su entorno.
Sin embargo, amén del necesario estudio y formación académica y profesional requerida, es la experiencia, la intervención directa más que otro factor, lo que me puede mostrar un panorama más amplio con relación al trabajo con las personas con discapacidad Y es que hay, afortunadamente, diversos esfuerzos cada vez más amplios y profundos por lograr el reconocimiento del potencial que poseen las personas con discapacidad.
Esto es lo que representa Inclúyeme, la oportunidad de que cada vez más personas con discapacidad tengan el acceso a su contexto, tengan la oportunidad de incluirse en los diferentes ámbitos de la sociedad.
Inclusión laboral, inclusión social, inclusión en comunidad, más allá de terminología, lo que esto representa e implica es llevar a cabo las acciones necesarias y adecuadas para brindar oportunidades. Y es que solo permitiendo que las personas con discapacidad salgan al mundo, lo conozcas y se den a conocer podremos empezar a dar pasos que, aunque pequeños sean firmes para logra una verdadera inclusión; solo abriendo espacios para que demuestren sus capacidades se podrá ir generando un cambio en el paradigma que permea en la sociedad.
Abrir puertas y formar espacios para las personas con discapacidad no implica privilegios o concesiones, sino entender que, como todos, necesitan para su desempeño un sistema de apoyos; todas las personas en determinado rubro, en algún momento, requiere de apoyo o ayuda en cierta medida, en determinada intensidad y con una frecuencia variable, esto lo ocurre con las personas con discapacidad, encontrar, conocer y manejar la frecuencia e intensidad con que se debe brindar el tipo de apoyos que necesitan para desempeñarse en algún ámbito debe ser labor de quienes interviene con ellos en todos los ámbitos.