Nuestra experiencia con la Cirugía Bariátrica de Pablo

Nuestro hijo Pablo tiene actualmente 44 años y desde el año pasado ingresó al programa de Inclúyeme.

Desde chico fue de buen comer pero empezó a mostrar problemas de sobrepeso a partir de los 20 años. Aunque en la casa siempre hemos tratado de tener una alimentación sana veíamos que empezaba a ganar más y más kilos. Claro que notábamos que los alimentos que le gustaban como los plátanos, el pan o el queso se acababan rápidamente.

Por unos años estuvo en CADI (Capacitación y Desarrollo Integral) en el Programa de Vida Independiente del Dr. Gregorio Katz, donde los muchachos vivían y preparaban su propia comida supervisados para llevar una dieta balanceada; pero aún así iba lentamente ganando peso.

Estuvo en varios programas como Weight Watchers y con distintos nutriólogos, pero aunque lograba bajar algunos kilos luego los volvía a ganar. Era un problema ir a comprar ropa para él, pues era difícil encontrar pantalones o camisas extragrandes de su talla; los viajes en avión también eran complicados ya que casi no cabía en los asientos.

Gracias a la recomendación del Dr. Cañizares pudo entrar al Hospital de la Nutrición y allí también empezaron con programas para que bajara de peso supervisado por los nutriólogos; sin embargo nuevamente, aunque llegó a perder algunos kilos, luego los recuperaba. Cuando en el 2011 llegó a los 180 kilos nos sugirieron la posibilidad de realizar un by pass gástrico. Se le explicó bien de qué se trataba y una psicóloga del hospital estuvo también acompañándolo en los meses de preparación. Nos informaron que debido a sus problemas mentales él no era apto para la operación pues requería que estuviera muy consciente de que era por su bien y que debería cuidarse toda la vida. Finalmente él tomó la decisión de operarse y la operación se realizó en junio de 2013. Llegó pesando 160 kilos. Empezó la dieta de papillas las primeras semanas y luego comida picada fina y porciones pequeñas; una semana después ya estaba en 151 kilos. Esta fue la etapa más difícil, pues de pronto se dio cuenta de que este era un cambio para toda la vida.

Hubo un cambio inmediato de actitud y de ser amable y simpático, nos echaba la culpa de que había sido nuestra decisión de la operación y que no podía comer de todo, que era lo que más le gustaba. Actualmente se ha estabilizado en alrededor de 85 kilos y acepta que tiene que seguir cuidando su dieta (aunque puede comer de todo en cantidades pequeñas, hace énfasis en lo dulce) y se mantiene en el peso.

Todavía extraña un poco el poder comer algunas cosas como salchichas o tomar refresco y se ha vuelto muy susceptible a todo lo referente a su dieta pues siente que él es suficientemente responsable y creemos que sí lo es.

¡Consideramos que fue un acierto la operación y ha ganado en salud, pues el sobrepeso era mucho!

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