Escribo este breve ensayo para compartir mi experiencia de vivir 27 años con mi hermana Dania, quien tiene discapacidad intelectual.
La discapacidad de Dania en ciertos aspectos la hace enfrentar retos difíciles. Por ejemplo, a ella le cuesta trabajo manejar el dinero, resolver problemas matemáticos, enfrentar miedos y resolver con efectividad algunos conflictos sociales. Sin embargo, pese a ciertas limitaciones, ella tiene cualidades sobresalientes que le benefician para compensar las cosas que le cuestan trabajo.
Dania es una persona sumamente sociable y tiene la gran capacidad de entablar conversaciones con todo tipo de gente, tengan discapacidad o no. A ella no le da miedo preguntar y acercarse a desconocidos, atributos que le dan la oportunidad de conseguir todo tipo de objetivos de su interés personal: información de eventos o lugares, sitios de interés, medios de transporte para llegar a diferentes destinos, etc.
Otra característica de Dania, que en parte surge con el apoyo de la familia y otros sistemas de soporte, es su elevada autoestima y nivel de confianza. Ella es capaz de utilizar su seguridad para negociar, hacer saber su opinión e incluso convencerte de que tiene razón en la mayoría de las discusiones. Su sólida compostura, aunada a su empatía natural, hace que las personas se interesen en ella y se acerquen a dialogar.
Además de todos los atributos mencionados, Dania posee un talento natural en el aspecto de relaciones públicas. Ella conoce perfectamente la vida de quiénes la rodean: qué estudian, a dónde trabajan, con quién tienen amistades, qué intereses presentan, etc. Su elevado grado de atención le permite hacer preguntas que intrigan a los demás, de tal forma que los canales de comunicación se forman rápidamente. Adicionalmente, el hecho de que acepta su discapacidad abiertamente brinda a los otros la oportunidad de hacerle preguntas sin miedo a ser juzgados o avergonzados.
Es evidente que Dania también requiere de apoyos y que aún presenta áreas de oportunidad. De pronto le cuesta trabajo organizar planes, resolver situaciones sociales (pleitos con amigos, desacuerdos, etc.), mantener control de su temperamento, etc. Aún así, es gratificante observar cómo sus aspectos positivos resaltan más que los negativos, de tal forma que puede vivir independientemente y cumplir gran parte de sus deberes cotidianos.
Como hermano y mejor amigo de Dania, considero que son el contacto directo y la exposición las herramientas que generan lazos de confianza y a su vez eliminan especulación. La inclusión es un proceso que puede crecer de forma contagiosa y exponencial.
La clave para erradicar los prejuicios sociales y fomentar la inclusión, es generar ambientes que posibiliten la interacción de personas “regulares” (no familiarizadas con el tema) con personas con discapacidad. Es mediante este esquema cómo se logra la ruptura o al menos la reducción de barreras.