Soy Brenda Mesa Robles, nací con Parálisis Cerebral Espástico. Estudié Comunicación en la Universidad Iberoamericana y actualmente trabajo en la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, en La Dirección General de Recursos Humanos.
Desde pequeña mis padres se propusieron que debía integrarme en grupos de personas de mi edad, siempre estuve en escuelas de educación regular, por ello he vivido la inclusión como algo natural que se debe dar en los diferentes entonos en los se convive y te desenvuelves, “por qué el mundo es uno y cada persona incluso con su diversidad es parte y forma parte de él”.
Soy de personalidad inquieta, siempre estoy en busca de hacer actividades nuevas, de encontrar otros caminos para conocerme y ser mejor como persona, y algo muy importante para mí es conocer nuevas personas, ya que me encantan los espacios donde se pueda dar la convivencia y la interacción humana.
Como parte de esa búsqueda el año pasado llegué a un grupo de danza que trabaja con el método de Danceability, creado en Estados Unidos por Alito Alessi hace más de 20 años, y el cual invita a personas sin y con discapacidad a vivir una experiencia artística compartida y de improvisación, en la que no importan las limitaciones para ser parte del grupo, al creer que cada persona es valiosa y nadie debe quedarse aislado.
Mujeres y hombres de edades que van de los 15 a los 60 años aproximadamente, altos, bajos, delgados o gordos, llegamos al espacioso salón de teatro y danza con piso de duela, con grandes espejos y barras blancas por tres de sus lados, ubicado en el Centro Nacional de las Artes, en la Ciudad de México.
Vestimos ropa deportiva, pants, camisetas y pantalones holgados. Quienes usamos silla de ruedas para movernos podemos entrar al espacio rodando y estar con zapatos la hora y media que dura la sesión.
Al entrar, primero que nada te enfrentas a los espejos, que no se les escapa ningún área de tu cuerpo, de tu expresión facial, de tu silla de ruedas, sólo debes poner atención para poder percibir de ti y de los demás lo que se descubre a través de estos trasparentes, chismosos y rectangulares testigos.
Yo utilizo una silla de ruedas eléctrica para desplazarme si las condiciones de accesibilidad lo permiten, pero también en algunas sesiones he vivido la experiencia del movimiento ocupando mi silla manual, porque en este trabajo artístico no importa cómo te desplaces, que parte del cuerpo muevas o que aparato auxiliar uses para trasladarte. Si sólo puedes o quieres mover los ojos, pues los mueves, una mano, un pie, caminas o saltas, lo que sea que puedas hacer es válido, hay libertad, nada está bien o mal al moverte, porque finalmente es expresión, pero siempre debes fijarte en el espacio para respetar el lugar y momento de tus compañeros. Cada quien empieza descubriendo su propio movimiento, y poco a poco se llega al movimiento compartido, a los diseños corporales en conjunto.
Confieso que cuando llegué a mi primera clase tenía dos predisposiciones que eran: casi no voy a poder hacer nada y no me voy a poder mover, en consecuencia no me va gustar el curso, seguro será tiempo perdido, pero acabé la primera clase pues aunque no me gustara tenía que ir, ya había pagado todas las sesiones.
Resulta que efectivamente sí eran dos fuertes predisposiciones que no se cumplieron. Al terminar la clase me di cuenta que me había movido con lo que mi cuerpo tiene y es, y sobre todo que en las clases subsecuentes iría descubriendo más cosas de mí en movimiento y que compartiría muchos momentos de aprendizaje y diversión con mis compañeros en esta actividad artística.
La coordinadora del taller y Directora de DanceAbillity Internacional México, Lourdes Arroyo, dirige el proyecto desde 2008, el cual comenta “ha significado mucho trabajo para abrir espacios para clases, talleres, funciones. Trabajar con personas distintas a mí me enriquece a nivel artístico, profesional, emocional y personal, igualmente compruebo cada día que las personas que participan en las actividades que comparto, encuentran también una riqueza que los complementa”.
Poco a poco el salón se llena, quien entra caminado se aproxima a sentarse en la duela –quizás en posición de loto, también boca abajo, o sentados con las piernas estiradas- y comienzan lentamente a moverse, a mirar el sitio que ocupan, se oyen leves murmullos, quien rueda en su silla también busca un lugar para parar. Al dar las 6:30 Lulú nos invita a hacer un círculo y se abren los espacios adecuados para dar cabida a quienes utilizamos sillas de ruedas.
Se inicia la sesión pidiendo que digamos nuestro nombre y en la primera clase compartimos qué hacemos, por qué estamos en un grupo como DanceAbility y qué esperamos de este trabajo. El común denominador del grupo es la necesidad de relajarse, de moverse, de conocer su cuerpo y del gusto por bailar.
Al terminar la presentación inicial cada quien debe buscar un lugar para empezar a calentar lentamente el cuerpo, es importante recorrer el espacio para situarse en un punto, ¿y cómo se recorre el espacio? No importa cómo se recorra, sólo hay que recorrerlo, sí, caminando, con pequeños brincos, arrastrándose, agachado, encuclillas, empujándose con las nalgas pegadas al suelo, agarrados de las barras blancas pegadas a los espejos, o en la silla de ruedas manual o eléctrica, cada quien con su ritmo, con su tiempo, con su movimiento o con su quietud. Entre cruces de miradas algunas serias, sobre todo en los primeros encuentros, -y conforme se acumulan más semanas de vernos y sentirnos en es amplio salón de duela, con olor característico como a humedad, a lugar encerrado-, esas miradas se hacían más familiares, más amigas, más sonrientes, más de decir con los ojos: “Hola, ¿cómo estás?”.
Y se oye en algún punto del espacio la voz de Lulú diciendo: “desde donde estás imagina, sólo imagina la parte del cuerpo que necesitas mover y cómo la necesitas mover hoy y después empieza ese movimiento”. Las indicaciones siguen fluyendo y así uno se da cuenta de las distintas formas que va tomando tu cuerpo, en un movimiento quizás nunca antes realizado; ciertos sonidos corporales se escuchan, de ese cuello y cabeza que al moverse truena como pequeños chasquidos, y piensas, es como un mueble viejo al que rara vez se le aceita y el calor empieza a subir, de repente abres los ojos y observas en tu posición sentada en la silla que cada quien tiene una forma diferente en su cuerpo, hay quienes están acostados de lado moviendo una pierna como si fueran tijeras, o se mueven de múltiples maneras viéndose al espejo, alguien más que alza su mano mientras recorre el espacio en su silla, o quien acostada boca arriba sólo mueve sus dedos mirándolos, y así cada quien su movimiento, en su ritmo, en su espacio.
En el cambio de rutina toca trabajo en parejas o tríos, según nos hallemos en el sitio. Recuerdo un ejercicio con mi compañera Karime, ella tiene lesión medular por un accidente y utiliza silla de ruedas, primero una tenía que observar el movimiento de la otra, desde distintos ángulos y niveles, como si estuviéramos tomando video o película, así capturaba cada detalle de su cuerpo, poniendo las manos de alguna forma para enfocar un objetivo y conocer su historia en movimiento de ese momento. Me sentí extraña cuando ella era mi espectadora, yo estaba inquieta, nerviosa, pensando que me saliera todo bien y que ella pudiera recrear mi historia. Finalmente comprendí que nada en nuestro trabajo en DanceAbility es correcto o incorrecto, es sólo expresión del cuerpo, del alma, es experiencia artística.
Otro día, por ejemplo, trabajé con Liz y con Gaby, -ellas no tiene discapacidad visible-, pero el reto para mí era hacerlo desde el suelo, desde abajo, desde la tierra, ese espacio de piso de duela se hizo inmenso, no tan visible con los ojos como lo es desde mi silla y bastante agotador. Me percaté que acostada boca arriba casi no puedo moverme, experimenté entonces que podía poner activos los ojos y hacer movimientos faciales variados, sonidos con las manos golpeando en suelo, y algo importante, saber que si mi movimiento es limitado puede ser una oportunidad para buscar y recibir ayuda, que haya alguien que te de esa mano, ese contacto de apoyo que te permita seguir y continuar con tu propio y colectivo movimiento.
Al finalizar cada sesión nos reunimos en círculo para que cada quien diga, si lo desea, cómo se sintió después del trabajo. Hay quienes expresan su satisfacción por lo creado, su alegría, su estado relajado, su momento de reto por compartir la actividad con otros compañeros, ya que coordinarse para lograr un diseño en donde la “diversidad de cuerpos” se entrelazan no es una misión tan simple, pero sí posible y se puede llegar a lo artístico y estético dentro de la gran riqueza humana, y se puede comprender en trabajo colectivo y en el movimiento que podemos incluir.
Ahora me encuentro nuevamente entusiasmada porque habrá un nuevo ciclo de sesiones que tendremos por dos meses y medio; seguro habrá una que otra cara familiar, pero también muchas personas nuevas por integrarse a vivir la experiencia que para mí ha sido algo muy interesante e importante en esta etapa de mi vida; porque todos podemos bailar y tener espacios alterativos de expresión, donde puedes aprender, enseñar y complementarte, reafirmando una vez más que cada persona vale por lo que es, puede y debe estar plenamente integrado a la sociedad sin importar sus características únicas e individuales que a cada quien nos hace diversos.
Informes en: denceability.inter.mex@gmail.com o comunicarse al 55-75-41-37. Celular 0445541847126