Invariablemente los cambios en todos los ámbitos es algo que siempre pasa tarde o temprano, nada es estático y creo que eso siempre es para bien.
Al principio existe una sensación de incertidumbre, curiosidad, expectativa, entusiasmo, temor. Todo cambio conlleva muchas emociones, nostalgia por lo que se dejó y alegría al pensar que lo que viene será mejor.
El cambio de departamento que yo experimente fue un poco de todo lo anterior. Tristeza por dejar a mis entrañables “chicos de Isla”, aquellos chicos y chicas con las que viví muchos momentos inolvidables de mi vida, los cuales formaban parte de mi familia por la misma dinámica que establecimos. Ver la alegría en su mirada cada que llegaba, saludos efusivos, gritos, abrazos, todo era como cuando ves que regresa ese familiar que lleva tiempo que no has visto. Sin duda una calurosa y linda bienvenida.
Todas las dinámicas y actividades que realizábamos, las pláticas, el momento de hacer los alimentos, las películas que veíamos, las salidas al cine, teatro y plazas, todo era muy lindo y lleno de aprendizajes para todos.
Cabe señalar que por sus características requerían muchos apoyos y demandaban mas tiempo de interacción, más acompañamiento, más atención, más orientación, más modelamiento de las actividades, mas materiales de apoyo, todo eso me enseño y dejo en mi muchos, muchos aprendizajes personales y profesionales.
Al cabo de 4 años de estar juntos, un día sin previo aviso recibí una llamada de mi superior en la cual me planeaba la posibilidad de cambiar de departamento. De momento pensé en decir que no, que estaba muy a gusto con “mis chicos” , sin embargo durante el trascurso de la misma pensé mejor las cosas, el cambiar de departamento implicaría nuevas experiencias, nuevos aprendizajes y por otro lado seguiría viendo a “ mis chicos” en las diferentes actividades y a través del programa
De eso ya paso 6 meses, ahora al paso de este tiempo corroboro que fue una buena decisión, en este nuevo departamento, con estos nuevos chicos he aprendido varias cosas, veo que son mas independientes, todos salen a sus diferentes actividades durante el día, realizan sus alimentos, van por lo necesario para cocinar, administran sus ratos de ocio y tienen una dinámica mas “movida” mas hacia afuera del departamento. Es una sensación de que ya crecieron “tus chicos” ya son grandes y requieren otros tipos de apoyos.
Las relaciones de pareja, decidir por comprar una chamarra u otra, salir de noche los viernes a divertirnos y relajarnos, pensar en una mejor forma de ahorrar, pensar en conseguir un empleo o mantener el que se tiene. Por mi parte, preocupaciones y ocupaciones distintas, idear nuevas formas de apoyos y estrategias, estar mas en contacto con las familias de ellos, mas en contacto con mis compañeros de la fundación para proporcionar alguna atención o servicio relacionado a promover su vida independiente. Son muchas cosas diferentes, maneras distintas de abordar situaciones similares entre ellos.
No me equivoque al pensar que seria un reto distinto, diferente y emocionante. Hoy puedo decir que conozco a “mis nuevos chicos”, se que les gusta, que nos les gusta, como entablar comunicación con cada uno de ellos, que apoyos necesitan y sobre todo he aprendido a escucharlos y saber que tiene la misma alegría y entusiasmo que yo de estar en este departamento.
Como al principio dije: “nada es estático y creo que eso siempre es para bien”.