En esta ocasión, la entrevista fue con un padre de familia, Benjamín Llano Obregón, que junto con su esposa María Elena Álvarez Hernández, tienen tres hijos: Rodrigo, de 34 años casado con un hijo de 2 años; Jimena, de 32 años con Síndrome de Down y Diego, de 29 años.
Cuando Jimena era pequeña, ¿alguna vez la imaginaste trabajando y viviendo de manera independiente?
No, nunca. En la época en la que nació, en los años ochenta, apenas se hacían pininos en la inclusión de las personas con discapacidad en la sociedad. Ya las empezaban a aceptar en los colegios, pero ni mi esposa ni yo, teníamos la expectativa de que pudiera trabajar e independizarse de nosotros.
Cuando nació Jimena, María Elena, se volcó en buscarle y darle la mejor calidad de vida que hubiera. Desde pequeña, la ejercitaba motrizmente, involucrando a sus hermanos para que la apoyaran. Mucho de lo que es hoy Jimena, es gracias en gran parte a su madre; yo siempre la apoyé y ayudé en lo que fuera necesario, pero la que llevó siempre la voz cantante, fue ella.
¿Ustedes la impulsaron y apoyaron a que trabajara y viviera su etapa adulta como a tus otros hijos, de manera independiente o la sobreprotegieron?
Jimena, cursó hasta la secundaria en un colegio particular, en el programa Educación Para la Vida implementado por una asociación llamada CAPYS (Centro de Adiestramiento Personal y Social), que se dedica a facilitar la integración y participación activa en los ámbitos educativo, laboral y social de niños, adolescentes y adultos con discapacidad intelectual en su comunidad.
Posteriormente, participó en CAPYS en diferentes talleres manuales, en la mañana y por la tarde, iba a un CECATI (Centro de Capacitación para el Trabajo Industrial), en donde la capacitaron para el trabajo con una computadora. Le enseñaron programas como Word y Excell. A Jimena le encantaba y aprendió bastante bien.
Al acabar esa capacitación, la persona encargada de apoyar a Jimena en CAPYS quería que diéramos el siguiente paso, es decir, que entrara a trabajar a una empresa grande, y que además, se fuera a vivir a un departamento con otras chicas como ella y con una supervisora.
Pero ni María Elena ni yo, estábamos preparados para ello, no queríamos separarnos de nuestra niña adorada, que para ese entonces tenía 24 años.
¿Cómo fue que se decidieron a dar el paso hacia la independencia de Jimena?
En el 2008, tuve que operarme de divertículos, pero se complicó todo y acabé en terapia intensiva, con pulmonía, peritonitis y septisemia. Los doctores le avisaron a mi esposa y a mis hijos que esperaran lo peor, y que moriría pronto.
Por un milagro, sané, y al poco tiempo de mi recuperación, tuvimos junta en CAPYS, donde nos confrontaron a María Elena y a mí. Insistieron en que ya era momento de dar el paso con Jimena, que nosotros tarde o temprano ya no estaríamos con ella, y que la teníamos que preparar para que fuera lo más independiente que se pudiera. Después de mi experiencia tan cercana a la muerte, recapacitamos sobre esa situación y decidimos que Jimena se capacitara para trabajar y vivir de manera independiente.
¿Hace cuánto tiempo que Jimena trabaja? ¿Cómo consiguió el trabajo en Banamex?
Su primer y único, trabajo formal en una empresa ha sido en Banamex, desde el 2008. Eduardo Castillo y Enrique Grapa, ejecutivos de alto nivel en Banamex, excelentes personas y visionarios, fueron los iniciadores del Programa de Incorporación de Personas con Discapacidad. Estoy casi seguro, que Jimena es la primera persona con discapacidad intelectual que trabajó en el sistema bancario mexicano. CAPYS se acercó a Banamex, buscando integrar a sus muchachos en las diferentes áreas laborales del banco.
¿Qué papel ha tenido Jimena en el proceso de su integración laboral?
Jimena es una chica viva, entusiasta, optimista, cariñosa e ingenua. Confía plena y totalmente en nosotros. Lo que le digamos que queremos que haga, lo acepta, ya que tiene la certeza de que lo hacemos para su provecho. Su proceso de inclusión a la vida independiente, no fue en un corto tiempo, sino que se hizo con cautela, asegurándonos que Jimena se sintiera confiada, tranquila y segura.
¿Tuvo capacitación por parte de la empresa, o por parte de CAPYS?
En CAPYS le enseñaron desde como contestar las solicitudes de empleo, hasta como dirigirse a sus compañeros, cómo trabajar, etc. Al inicio tuvo una facilitadora 4 horas al día, hasta que entendiera e hiciera el trabajo que se le pidiera. Actualmente, la facilitadora va una vez por semana, un par de horas.
En Banamex también tuvo capacitación pero no diseñada para sus necesidades.
En el tiempo que ha estado en el banco, ha trabajado en diferentes departamentos con varios jefes. Se inició de mensajera, luego la pusieron a destruir papeles. Después a controlar las asistencias de los empleados de su área, llevando registro del personal, diseñando tarjetas de felicitación y de Navidad para los empleados, usando la computadora.
Como trabaja en el “call center” del banco, también la han asignado la tarea de recoger las diademas de comunicación de los empleados, asegurarse que funcionan bien, limpiarlas y guardarlas en orden. Prende los monitores, sigue siendo algunas veces mensajera y también captura información.
Tiene un horario de 9am a 6 pm, con 40 minutos para comer. Sus compañeros de trabajo la quieren y respetan, pero no pueden interactuar con ella durante las horas de trabajo, porque la distraen y se pone a platicar.
¿Además de capacitarla en su trabajo, que otras habilidades debió reforzar como parte de su inclusión laboral?
Se le enseñó el cuidado y manejo de su dinero. El banco le deposita en una tarjeta de débito, con la que ella paga su renta, salidas, ropa, el estacionamiento del coche que la lleva al trabajo con un chofer y en el que regresa a su departamento. Se siente tan orgullosa de ser independiente, que los fines de semana que está en la casa con nosotros, nos invita a comer y se da el gusto de pagar ella.
Por último, me gustaría platicarte una anécdota que nos sucedió, que me hizo sentir orgulloso de mi hija. En el proceso de su incorporación al banco, una de las pruebas finales era que llenara los papeles de aspirante al puesto.
El muchacho que la entrevistó, le dijo que si lo hacía tenía su trabajo asegurado. Su hermano Diego la llevó a las 9 am, a la calle de Balderas para que lo hiciera. Yo lo relevé como a la 1pm, y acabó hasta las 5 pm.
Todo ese tiempo, Jimena se concentró en llenar todo el cuestionario de varias cuartillas, sin pedirnos nuestra ayuda.
Cuando acabó con el cuestionario, cansada y hambrienta, no quiso esperarse a platicar con el aplicador, no le importó lo que dijo. Estaba cansada y hambrienta.