En marzo de ese mismo año, en México se decretó la Jornada Nacional de Sana Distancia y con ésta vinieron una serie de medidas que llevaron a las personas al confinamiento en sus hogares, el cierre de centros educativos y de trabajo. La vida que conocíamos como la “normalidad” comenzó a quedarse atrás, la economía se detuvo y aún en este primer trimestre del 2021 sigue sin reactivarse, afectando a miles de familias mexicanas.
Las innovaciones y el aprovechamiento de las herramientas tecnológicas han sido clave para la supervivencia de muchas organizaciones del sector social. Pero hay muchas otras que no lograron permanecer activas debido a que no cuentan con la infraestructura tecnológica y/o el personal no cuenta con las habilidades para el uso de ésta.
En conclusión, el problema de supervivencia por el que están atravesando muchas de las organizaciones sociales es multifactorial, se requieren de recursos económicos que garanticen su operación al menos en el corto y mediano plazo, es vital un fortalecimiento digital que incluya contar con equipos de cómputo y plataformas que les permitan un alcance virtual, los apoyos gubernamentales deben hacerse presentes, así como los donativos extraordinarios por parte del sector privado que se ha caracterizado por ser socialmente responsable.
La sociedad civil es la que ha estado presente desde hace más de un siglo en nuestro país, interviniendo para resolver problemas sociales que han sido desatendidos por el gobierno. Las organizaciones sin fines de lucro no solo son el llamado Tercer sector, son una parte medular de la sociedad que se preocupa y se ocupa por mejorar las condiciones de vida de las poblaciones más vulnerables.
Es momento de voltear la mirada hacia el sector social para que, trabajando juntos logremos un mejor país para todas las personas.