Aprender y seguir aprendiendo a lo largo de la vida es proponernos una vía de enriquecimiento, cambio y crecimiento constantes.
Según la pedagoga Dorothy Rich, existen “megahabilidades” que son básicas en el proceso de aprender. La familias y la escuela son los encargados de aportar a cada niño estos elementos, nutrientes básicos, que le permitirán aprovechar todos los conocimientos y destrezas que logre adquirir. Estas habilidades, que son básicas para todos los niños, son fundamentales si un niño o un joven tiene discapacidad. Las metas a conseguir son nueve:
Confianza, esto es, sentirse capaz de realizar la tarea. Para eso debemos enfrentar al niño o al joven a retos a su medida donde adquieran esa imprescindible sensación de logro. De esta forma tendrán recursos para enfrentar las situaciones en las que no conseguirá el éxito en el primer intento. Cuando un niño tiene discapacidad muchas veces lo primero que aprende es que él no puede. Esto le roba la confianza necesaria para intentarlo.
Motivación: querer hacer la tarea, desear enfrentar el reto que se nos presenta. Esta motivación muchas veces proviene de alguien: un maestro, un compañero, un amigo, que nos muestra el lado interesante de ese desafío y nos contagia su entusiasmo.
Capacidad de esfuerzo: Viene del descubrimiento de que el esfuerzo no es una carga a evitar sino que puede ser en sí mismo agradable y disfrutable. Muchas de las metas que nos fijamos no tienen una recompensa a corto plazo, requieren entonces de un esfuerzo continuado y sistemático y no se pueden lograr si el camino no implica también el goce del proceso. Responsabilidad es aceptar los compromisos y responder por ellos. Un niño se hace responsable cuando crece en un ambiente donde puede contar con los otros y los otros pueden contar con él. A veces en la familia estamos tan preocupados de que el niño con discapacidad tenga nuestro apoyo que nos olvidamos de pedirle que él también ayude a los demás.
La Iniciativa es una buena idea que pasa a la acción. Implica hacerse preguntas y experimentar, imaginar cómo funcionan las cosas y cómo no. Esto puede parecer muy difícil si se trata de una personas con discapacidad intelectual, pero si le mostramos paso a paso cómo y por qué tomamos nuestras iniciativas irá descubriendo el proceso y si además no le imponemos nuestras ideas sino le damos el tiempo y el estímulo que requiere para expresar las suyas, poco a poco será más capaz de tomar iniciativas.
Perseverancia es el hábito de terminar todo lo que iniciamos, implica seguir las cosas hasta el final, poner todas las piezas del rompecabezas juntas. Requiere esfuerzo pero también orden y una visión completa de la tarea que nos hemos propuesto. A veces las personas con discapacidad se desaniman porque les falta esa visión integral. Ofrecerle esa imagen completa es un apoyo que se les puede dar para que logren perseverar hasta el final.
Compromiso con los demás es estar atento a las necesidades y sentimientos de los otros. Es lo que nos permite formar parte de una comunidad. Esta actitud también se puede enseñar: El primer paso para aprender este compromiso es sentir que otros se interesan y preocupan por mí. El segundo paso es mirarlos y estar atento a lo que les importa y les sucede. Trabajar en equipo implica apreciar que lo que cada uno aporta a la tarea es importante, responsabilizarnos de la parte que nos toca y ayudar a crear un clima en el que todos puedan aportar sin temor a la crítica o al rechazo.
Sentido común es poner en común el sentido de las cosas a través del diálogo. Es platicar mucho sobre por qué hacemos lo que hacemos, para formar y compartir criterios. La persona con discapacidad intelectual no llega al sentido común por mera intuición sino por un proceso de comunicación constante con los que forman su entorno más cercano.
La solución de problemas requiere ser capaz de plantearlos y evaluar nuestros recursos para resolverlo y los recursos de quienes nos pueden ofrecer ayuda. Se necesita aprender a razonar las situaciones y a plantear alternativas. En la familia y en la escuela cotidianamente encontramos muchas oportunidades de imaginar situaciones problemáticas y preguntarnos ¿Y tú qué harías?, para platicar sobre lo que a cada uno se le ocurre para resolverlo. Ese es un buen ejercicio para enseñarle a solucionar problemas.
Si logramos, en la familia, en la escuela, en el trabajo, hacer un equipo para solucionar los problemas usando el sentido común, comprometidos unos con otros, valorando juntos las iniciativas, con esfuerzo y perseverancia, asumiendo las tareas con responsabilidad, motivación y confianza, creceremos juntos.
Referencias
Dorothy Rich. Megahabilidades.
www. elorienta.com/chapatal/enlaces/MEGAHABILIDADES.pdf
Mel Ainscow. Índice de inclusión
www. educacionespecial.sep.gob.mx/pdf/índice_de_inclusion.pdf