Paradigmas y Discapacidad Parte 2

La segunda manifestación del segundo bloque surge cuando el área médica interviene contundentemente en la búsqueda de alternativas de “solución” o “cura” para estos seres humanos. A como de lugar habría que encontrar la sanación de sus males para poder incorporarlos nuevamente a la sociedad. Sus características físicas y/o del comportamiento, los colocaba como seres humanos “enfermos” que debían ser atendidos desde la visión de la salud. Esto generó el surgimiento de muchas alternativas cada vez más “especializadas”, de tratamientos, profesiones e instituciones que se avocaron a ofrecerles los servicios “necesarios” a sus padecimientos.

De esta manera, al ser separados o recluidos de los grupos humanos en granjas, psiquiátricos o en comunidades apartadas y al querer buscar una solución a su enfermedad con intervención de toda la disciplina científica que representaba la medicina, se estableció el segundo bloque, visión o concepción ante las personas con discapacidad conocido como el Modelo Caritativo – Reparador.

Finalmente, y como el modelo más joven en la aparición de la historia de nuestra humanidad y por lo tanto como el modelo menos “practicado” en nuestras comunidades, está el Modelo Social.  Este surge con la aparición de la lucha de los grupos minoritarios, incluido el de las personas con discapacidad, ante la falta de servicios, oportunidades y derechos, entre muchas otras cosas, que estos grupos detectaron que no les eran concedidos o reconocidos como al resto de la población.  Así fue como de manera organizada, muchos de ellos salieron a las calles para manifestarse y reclamar lo que por derecho y justicia les correspondía.

La aparición de este modelo coloca a la sociedad ante el reto de poder concebir de manera equitativa, a todos los grupos sociales, independientemente de su condición social, económica, de salud, de raza, religión o cualquier otra que pudiera considerarse como “diferente” a la mayoría.  Rompe con el patrón tradicional y el asistencialista ante la discapacidad y rompe también con las manifestaciones de la sociedad, que aun en nuestros días siguen permeando su comportamiento.

Ahora bien, ¿de qué nos sirve hablar y conocer sobre estos modelos y visiones a lo largo del tiempo de la discapacidad? ¿acaso es sólo un tema más que podría formar parte de nuestro acervo cultural o un escrito que puede ser sometido a análisis sintáctico y discusión respecto a su estructura, sus fuentes, sus postulados o su redacción? ¿es la necesidad de hablar de algo y llenar de datos a las mentes curiosas y a los muy adeptos y fieles a las causas de las minorías y en particular al de las personas con discapacidad?

Difícilmente un documento puede cambiar a una sociedad y mucho menos puede romper con estructuras para establecer otras. Considero que los verdaderos cambios se gestan desde el interior de cada individuo y que los postulados, las leyes, los derechos y las manifestaciones reales ante los cambios, son el resultado de la voluntad individual sumada en grupos de personas que creen en las mismas cosas y que al unirse forman un bloque fuerte que hace que las cosas sucedan.

La segregación extrema, como en el modelo tradicional, en donde las personas son abandonadas por no ser “capaces” o no ser como la mayoría, o en su caso la adoración por considerarlos seres divinos, son manifestaciones que siguen apareciendo en nuestra sociedad. Algunas veces de manera verdaderamente grotesca e indignante y otras de maneras más sutiles y disfrazadas, sin embargo, constituyendo en cualquiera de los casos, una de las formas más comunes de tratar a las personas con discapacidad que prevalece aun en nuestros días.

Y que decir de las manifestaciones caritativas o las sustentadas en buenos deseos y en la necesidad de crear programas “especiales” y servicios cada vez más especializados que supuestamente, son creados para favorecer a los más vulnerables, cuando en ocasiones lo único que hacen es ponerlos en más desventaja.

¿Por qué seguimos sin tenerlos dentro de nuestras aulas regulares?: ¿por qué en los servicios comunitarios seguimos sin tener espacios para que puedan llegar, participar y formar parte? ¿Por qué nuestras políticas, leyes y reglamentos siguen sin verlos de manera integral en todos los ámbitos de la ciudadanía? ¿Por qué nuestras ciudades siguen sin tener espacios y adaptaciones que les permita su movilidad? ¿Por qué no están junto a nosotros en los trabajos, en los cines, en las tiendas o en los parques?

Hoy por hoy, nuestras creencias y nuestro desconocimiento de quienes son diferentes a nosotros, nos hace que todos nuestros sistemas sociales se centren y se planeen y se desarrollen, sobre la base de mayorías. Como si nuestras comunidades no hubieran evolucionado a partir de nuestros primeros grupos sociales, seguimos dejando de lado a quienes “no son capaces y no pueden seguir el ritmo”. La exigencia cada vez más aplastante de nuestras economías y el ritmo vertiginoso de la vida cotidiana, hace que las personas con otros intereses, con otras visiones, con otras formas de ser y de pensar, queden expuestas a normas y patrones que no responden a sus condiciones particulares y por lo tanto las deja excluidas.

Nuestra intolerancia, nuestras escalas de valores confundida y tan discutida, nuestros sistemas educativos, nuestras políticas y nuestros gobiernos, entre muchas otras cosas, deben ser reorientados, reorganizados y reformulados para poder responder a la cada vez más creciente demanda de los grupos minoritarios. Si lo pensamos un poco, muchas personas forman parte de grupos minoritarios, marginados o segregados en nuestro planeta.  Los pobres – población cada vez con mayor crecimiento en el mundo – las personas de diversas identidades sexuales – cada vez más manifiesta – las personas con diferentes tipos de color de piel, las que practican diversos o diferentes tipos de creencias religiosas o espirituales, las personas con discapacidad… Es paradójico incluso, que el término de minorías se siga usando, puesto que cada vez constituyen una “mayoría” en aumento.

¿Y si todos estos grupos se unieran y empezaran por disolver sus diferencias entre ellos? Para armar esa mayoría necesaria para exigir derechos para Todos. En vez de estar luchando por el reconocimiento de solo su grupo, sólo su particularidad, sólo su grupo de pertenencia… Y si todas las minorías se unieran para hablar y decidir de una vez por todas que, de lo que tenemos que hablar, en general, es de seres humanos. Una sola población que habita este planeta, una sola raza humana que merece y tiene el derecho por el simple hecho de nacer, de ser un ciudadano del mundo, con las mismas oportunidades, con la misma autonomía y la misma autoderminación, respetando sus diferencias y siendo solidario con sus necesidades y sus propios intereses. Entones viviríamos en un Modelo Social real, permanente, filtrado a todos los rincones del planeta, en cada comunidad, en cada barrio, en cada casa. ¿No sería acaso esa, la posible solución a nuestras diferencias ya nuestros conflictos? ¿Y ustedes que opinan?

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