¿Cuántas veces has salido a la calle con el objetivo de llegar a un lugar y te has desorientado en el camino?, ¿Cuál ha sido tu reacción cuando notas que te encuentras en un sitio que es desconocido.
Considero que al menos un par de veces todos hemos pasado por alguna situación parecida, y las circunstancias pueden ser varias: es la primera vez que visitas ese lugar, te quedaste dormido en el camión, o tomaste el transborde y vas en la dirección equivocada. Las soluciones antes estos problemas podrían sonarnos fáciles como pedir un taxi, preguntar por la estación de metro más cercana, o mandar tu ubicación y pedir a algún amigo o familiar que pase por ti.
Todo aquello que hacemos de forma cotidiana cuando salimos a la calle, y que aprendemos por imitación hasta realizarlo sin inconvenientes como mirar a los lados al cruzar la calle, pagar el pasaje en el transporte público, o estar alertas en lugares que desconocemos o sabemos que son peligrosos, son acciones que como había mencionado pueden sonar fáciles pero que en algún momento de nuestras vidas también representaron cierto grado de complejidad. Estas situaciones de desconocimiento y falta de uso de la comunidad se dan en gran medida en las personas con discapacidad intelectual por la limitación y a su vez exceso de apoyos que no le permiten desenvolverse de forma independiente lo que ha provocado que ellos mismos se consideren población vulnerable, e incapaz de moverse cerca o lejos de su domicilio y se tenga esa idea errónea no poder salir sin acompañamiento.
Para cumplir con este objetivo durante el taller fue de suma importancia contemplar los estilos de aprendizaje, necesidades, habilidades adquiridas y en desarrollo de cada usuario para poder planificar, diseñar actividades y crear estrategias que permitieran que el contenido fuera interesante, atractivo y significativo para los usuarios en un contexto real simulado.
Centrarnos en las habilidades adquiridas y no en las que faltan por desarrollar nos permite conocer el nivel y tipo de interacción de los usuarios en la comunidad para la fase teórica del taller, donde se presentaron los servicios y apoyos que podemos encontrar en la comunidad, como en el transporte público, un parque o algún centro comercial así como identificar las estrategias para evitar o actuar ante situaciones de riesgo que desafortunadamente presenciamos o vivimos continuamente en la ciudad.
Esta primera fase culminada, ha permitido crear un espacio donde los participantes se sentían en un ambiente de respeto y confianza para compartir sus experiencias, dudas e inseguridades, que han sido de gran ayuda para identificar las barreras sociales a las que aún se enfrentan en sus intentos de interactuar, conocer y disfrutar fuera de casa, información que nos permitirá como facilitadores y guías buscar las herramientas, apoyos, y estrategias que se aplicaran en la fase del contexto real.
Ser parte de este proyecto ha sido un gran reto, y es una de las experiencias más satisfactorias a nivel personal y profesional que sin duda me incita a seguir participando en la creación de talleres y espacios con el propósito de incrementar la calidad de vida y lograr la inclusión plena de las personas con discapacidad intelectual.