El pasado 5 de noviembre un destacado grupo de organizaciones y Fundación Inclúyeme, organizaron una reunión para familiares de personas con discapacidad intelectual. En respuesta a la convocatoria se reunieron aproximadamente 120 personas en las instalaciones de la Universidad ORT ubicadas en la Colonia Roma en la Ciudad de México.
En contraste con las reuniones tradicionales, este evento se centró en el intercambio de experiencias, donde los familiares tuvieron la oportunidad de hablar de los temas que les resultan importantes en sus vidas, compartiendo historias de dolor y de éxito en los retos y dilemas que enfrentan en la convivencia y la crianza de personas con discapacidad.
Durante la mañana en mesas de trabajo coordinados por un anfitrión, los participantes se conocieron compartiendo información acerca de si mismos, su conexión con la discapacidad y sus expectativas en relación con el evento. Una conversación (entrevista) con dos participantes en el centro del escenario ofreció la oportunidad de reflexionar acerca de los dilemas, retos y dificultades que se enfrentan en relación con la sexualidad y el rol de ser hermano de una persona discapacitada.
Al terminar la entrevista, se invitó a los participantes a reflexionar en parejas acerca del impacto que la conversación había tenido en sus vidas y las posibles ideas que podrían ofrecer a los participantes en la conversación. Además los familiares intercambiaron experiencias, preguntas y dilemas que surgieron a partir de escuchar la conversación.
Cerramos con preguntas acerca de las experiencias compartidas durante el día y las posibles propuestas para continuar este tipo de conversaciones, donde cada persona es un experto en su vida y puede ofrecer sus recursos a los demás. Al finalizar del evento la mayoría de las mesas habían creado grupos de apoyo y programado reuniones con o sin facilitadores profesionales en el futuro.
Mi rol como consultora de procesos relacionales fue el de diseñar la experiencia desde una postura colaborativa que privilegia la conversación entre los participantes para escuchar y compartir las experiencias, las necesidades, así como las redes y los recursos.
Para poder lograr que las familias conversen, se trabajó durante dos sesiones con un grupo de facilitadores voluntarios. En la primera sesión, los facilitadores vivieron una experiencia parecida a la que se proponía con las familias; en la segunda, diseñamos juntos el plan de trabajo, superando la expectativa planeada.
Para mí fue una gran satisfacción observar la manera como las familias respondieron a la invitación a conversar y la respuesta de los facilitadores (anfitriones de cada mesa) de escuchar y responder a sus necesidades. Una evaluación final nos muestra que la mayoría de los participantes valoraron el espacio, apreciaron la escucha, el reconocimiento de sus recursos y la generación de posibles grupos de referencia para continuar en la tarea de convivir con personas con discapacidad.
Además se recaudó información acerca de los intereses de los participantes para organizar futuros eventos de acuerdo a sus necesidades. Un agradecimiento a la Fundación Inclúyeme por la invitación y la confianza para diseñar un encuentro que valora y le da voz a la experiencia y el aprendizaje compartido de las familias a lo largo de sus vidas.
* Terapeuta familiar y facilitadora de procesos conversacionales, socia fundadora de Grupo Campos Elíseos, instituto independiente interesado en la enseñanza y la aplicación de ideas de posmodernidad y construcción social en la psicoterapia, la consultoría y la educación www.grupocamposeliseos.com.